martes, 4 de octubre de 2022

EL ESPAÑOL DE AMÉRICA

El fundamento del español americano están, naturalmente, en el llevado al Nuevo Mundo por los conquistadores. 

Se trata del castellano preclásico, la lengua de fines del siglo XV.

Esta es anterior al esfuerzo unificador de la norma lingüística en los Siglos de Oro y, a pesar de las sucesivas capas del español importado, el fondo patrimonial idiomático aparece vivamente coloreado por el arcaísmo y por la tendencia a la acentuación de los rasgos populares. Si consideramos, por añadidura, el origen de los primeros pobladores y conquistadores, de clases sociales de escaso nivel cultural generalmente, será más comprensible la explicación de esa tendencia americana hacia el léxico y los fenómenos fonéticos de aire popular. 

Sin embargo, el español americano presenta una rara homogeneidad, dado la extensión territorial, y las mayores desde la perspectiva diastrática que desde la diatópica. 

Entre los fenómenos que en mayor o menor medida vamos a encontrar en el área hispanoamericana, podemos destacar:

  • Paso de e átona a i: vistido/ vestido - siguro/ seguro.
  • Cambio de e en hiato a i, cambio que un muchos lugares alcanza el habla culta: tiatro/ teatro - pasiar/ pasear. Este cambio se produce en casi todos los verbos en -ear. 
  • Cambio opuesto al anterior, es decir, i protónica a u: cuete/ cohete - gurrión/ gorrión.
  • Paso de u protónica a o: josticia/ justicia.
  • Abertura total de la e en el diptongo ei, hasta sonar ai: asaite/ aceite.
  • El fenómeno opuesto al anterior: ai cierra la vocal a para dar ei: beile/ baile. 
  • Reducción de los grupos cultos de consonantes: currución/ corrupción - ilesia/ iglesia.
  • Vocalización del grupo -ct-: aspeito/ aspecto.
  • Caída de la -d- intervocálica: piaso/ pedazo.
  • Aparición de -d- intervocálica por ultracorrección: vacido/ vacío - bacalado/ bacalao.
  • Diptongación excesiva: priesa/ prisa.
  • Falta de diptongación: apreta/ aprieta.
  • Cambios acentuales: cáido/ caído.
El español de América cuenta con un número importante en el léxico de indigenismos, puesto que a la llegada de los colonizadores del Nuevo Mundo impuso el léxico de los indígenas para designar realidades que no existían en España. 
Lo cierto es que la diversidad idiomática de América era extensa, se documentaron más de 123 familias de idiomas; fueron pocas, sin embargo, las que han dejado restos en el español allí trasplantado: el arahuaco, que se hablaba en Las Antillas; el caribe, que se hablaba en Las Antillas del Sur, Venezuela y Guayanas; el náhuatl, la más extendida dentro del territorio mexicano; el quechua, hablado en el Perú y propagado por los incas a lo largo de los Andes, desde el Ecuador hasta el norte de Chile y noroeste argentino; el araucano o mapuche en el sur de Chile, y el guaraní, hablado en las cuencas del Paraguay y del Paraná y en el Brasil. 

Una de las características lingüísticas más destacadas de todo el ámbito hispanohablante de América es el voseo, que consiste en el uso del tratamiento de segunda persona del plural, vos, para la segunda persona del singular, cuyo pronombre, tú, está olvidado, hasta el punto que en algunas zonas tutearse significa tratarse de vos en lugar de usted. Parece que este fenómeno debe su origen al uso del siglo XVII, que queda reflejado en nuestro teatro, aunque este uso aparece ya ridiculizado. 

-Yo os haré
mercedes, andad con Dios.
- ¿Os haré? ¿Andad? ¿Ya es vos
lo que tú hasta agora fue?
Pues vive Dios que hubo día, 
aunque des en vosearme,
que de puro tutearme
me convertí en atutía.

TIRSO DE MOLINA
Celos con celos se curan (acto II).

En general, el español de América muestra múltiples semejanzas con el canario, debido a la situación de las islas como puente entre la Península y el Nuevo Mundo. 

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