Configuración del paisaje
Las grandes fuerzas que configuran nuestros paisajes parecen actuar con gran lentitud, en relación con la vida media del hombre; pero geológicamente la erosión de las rocas es en realidad sumamente rápida. La Tierra atraviesa un ciclo de transformación. Es quebrada por los terremotos y otros movimientos terrestres, los cambios de temperatura, el agua, el viento y el hielo. Luego, los derrubios rocosos son transportados por el agua, el viento y los glaciares y depositados en las tierras bajas y en el fondo del mar, donde se acumulan, y por la presión de su propio peso, se convierten en nuevos estratos rocosos, que a su vez pueden levantarse, ya sea suavemente, formando las llanuras o mesetas, o en forma más irregular, formando las montañas; en ambos casos, la nueva tierra más alta experimenta una erosión, reiniciándose el ciclo indicado.
Ríos
Los ríos configuran el terreno mediante tres procesos fundamentales: erosión, transporte y sedimentación. Un río joven corre con rapidez, produciendo una rápida erosión descendente y formando velozmente un estrecho valle. Al alcanzar la madurez, deposita algunos derrubios y produce una erosión lateral, ensanchando el valle. En su última etapa, discurre serpenteando por una llanura aluvial, depositando finas partículas de tierra, los aluviones.
Aguas subterráneas
El agua penetra en las rocas porosas y permeables desde la superficie, descendiendo hasta llegar a una capa de roca impermeable. Las grietas de la roca subterránea, como la caliza, son erosionadas, formando grutas y cavernas subterráneas. Al derrumbarse el techo de una caverna se forma un cañón o garganta. Frecuentemente, las entradas de la superficie hasta las grietas se ensanchan, formándose unas aberturas verticales denominadas simas o sumideros.
Viento
La acción del viento es particularmente potente en las regiones áridas y semiáridas, en las que los residuos o derrubios rocosos se utilizan como una herramienta abrasiva por el viento.
El grado de erosión varía de acuerdo con las características de la roca, pudiendo producir extraños efectos y configuraciones. Asimismo puede acumularse por el viento la arena de los desiertos, formando dunas de barján, que avanzan lentamente, las agujas o picachos en cabeza.
Olas
Las costas se hallan en constante modificación; mientras unas retroceden por la erosión de las olas, otras avanzan debido a la sedimentación de las mismas.
Dicha acción combinada forma abruptos acantilados y plataformas de abrasión. A su vez, los derrubios producidos por la erosión se sedimentan en forma de terraza. Al hacerse menos profundas las aguas, la capacidad erosiva de las olas disminuye y paulatinamente el acantilado desaparece.
Hundimiento y levantamiento
Al erosionarse la superficie de la Tierra, ésta puede convertirse en una planicie: una penillanura, sólo interrumpida por cerros de escasa altitud, restos de anteriores montañas. A su vez, dicha penillanura puede levantarse, formando una meseta de bordes con pronunciada pendiente. En la costa, la llanura de abrasión marina levantada se convierte en una llanura costera y en los ríos rejuvenecidos impera, una vez más, la erosión descendente.
Plegamiento y fallamiento
El desplazamiento vertical de la corteza terrestre recibe el nombre de falla; el desplazamiento lateral es de falla de desgarre. Un bloque elevado se denomina horst; lo contrario es la fosa de hundimiento. Una serie de capas horizontales comprimidas de roca sedimentaria se pliegan, formando montañas. Las capas plegadas hacia arriba forman un anticlinal, las plegadas hacia abajo un sinclinal; la presión continuada produce un pliegue invertido.
Actividad volcánica
Cuando la presión ejercida sobre las rocas situadas bajo la corteza terrestre desaparece, la masa rocosa semisólida ardiente se transforma en magma líquido, que se abre camino hasta las grietas de la corteza, pudiendo alcanzar la superficie, donde forma los volcanes, o recogerse en la corteza, en forma de diques, rocas filonianas o lacolitos. Al llegar a la superficie, el magma se enfría, formando la lava.
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