La musculatura esquelética y el esqueleto forman el aparato locomotor. Este aparato produce el movimiento mediante el trabajo conjunto de los músculos y de los huesos.
El aparato locomotor realiza los movimientos que ordena el sistema nervioso gracias a la capacidad de los músculos para variar su tamaño.
Los músculos reciben órdenes del cerebro o de la médula espinal mediante los nervios que llegan hasta ellos. Cuando un músculo recibe una orden, se contrae, es decir, disminuye de tamaño y tira de los huesos a los que está unido. Después, cuando el músculo se relaja, recupera su tamaño original y los huesos vuelven a la posición anterior.
El movimiento del esqueleto se produce gracias a sus articulaciones móviles. A menudo, en el movimiento de una articulación participan dos músculos llamados antagonistas, que realizan movimientos opuestos.
Por ejemplo, en la articulación del codo, el bíceps y el tríceps son músculos antagonistas. Cuando uno de ellos está contraído, el otro está relajado y viceversa.
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