Cuando el hombre tuvo que buscar una medida de longitud recurrió a su cuerpo. Utilizó principalmente el codo, pero también el palmo o cuarta, y el pie. Si te fijas, comprobarás que la altura de las personas es prácticamente igual a la distancia entre las puntas de los dedos de sus manos, cuando se extienden los brazos en cruz. Esta distancia se llamó braza y equivalía a unos cuatro codos. Estas unidades fueron utilizadas en la antigüedad.
En los siglos XVII y XVIII se desarrollaron las relaciones comerciales, y se hicieron más frecuentes las comunicaciones entre científicos de diferentes países. La transmisión de informaciones entre los países resultaban difíciles, ya que se utilizaban distintas unidades cuyas definiciones no estaban claramente precisadas. Con el desarrollo de la ciencia, los científicos necesitaron unificar el sistema de unidades y definirlas con la mayor precisión posible.
En 1791, una comisión de la Academia de Ciencias Francesa acordó definir la unidad de longitud en función de la circunferencia de la Tierra. Recuerda que un meridiano es un círculo máximo que imaginamos dibujado sobre la esfera terrestre de modo que pase por los polos, y que el cuadrante es su cuarta parte. Como esta longitud era muy grande para utilizarse como unidad, definieron el metro como:
El metro es la diezmillonésima parte (1/10.000.000) de la longitud del cuadrante del meridiano terrestre que pasa por París.
Los científicos se dieron cuenta de que era más fácil comparar un metro con otro, que con la longitud del meridiano. Por ello fijaron un patrón material que reprodujese la longitud anterior.
A lo largo del siglo XIX diferentes países fueron adoptando el sistema de medidas que se había definido por la comisión de científicos franceses. En el año 1852 España adoptó ese sistema de unidades, que fue llamado sistema métrico decimal.
En el año 1875 se creó la Oficina Internacional de Pesas y Medidas, que se instaló en París, y fue financiada por un grupo de países, entre ellos España. Una de sus preocupaciones era construir las unidades patrón de diversas magnitudes que pudiesen servir como testigo. Respecto al metro, la principal dificultad era construir un abara cuya longitud no variase. La madera se gasta y se encoge al secarse con el tiempo. Algunos metales se oxidan y todos se alargan o encogen al variar la temperatura. Estas dificultades se superaron construyendo la barra con una aleación de platino e iridio. A la barra se le dió una forma como la de una H para evitar que se torciese. Se hicieron 24 copias para los países asistentes, una de las cuales se trajo a España y se depositó en el Instituto Catastral de Madrid.
En la I Conferencia General de Pesas y Medidas celebrada en París en 1889 se acordó la siguiente definición: el metro es la distancia, a la temperatura de 0ºC, entre dos trazos paralelos marcados sobre el prototipo internacional (metro patrón), de platino iridiado (90% de platino y 10% de iridio).
Pero los científicos tampoco quedaron completamente satisfechos. Querían conseguir una definición que fuese muy precisa, reproducible en cualquier país y que no dependiese de algo que pudiera destruirse. La última definición, acordada el 24 de octubre de 1983 es 1000 veces más precisa que la anterior y tan fácil de reproducir: el metro es la longitud recorrida en el vacío por un rayo de luz en un tiempo de 1/299792458 segundos.
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