En las montañas más altas del mundo, la nieve nunca se derrite. Nevada tras nevada se acumula en las cumbres formando una gran capa de hielo que se desplaza, muy lentamente, como si fuera un río.
Estos ríos son los glaciares, corrientes de agua helada que bajan por los valles hacía el pie de las montañas. Allí, el hielo se derrite y se transforma en agua líquida.
Si el glaciar llega hasta el mar, el hielo se rompe en grandes bloques que el mar arrastra hasta que se derriten.
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