Cuando en una noche sin nubes observamos el cielo, podemos ver miles de puntitos que brillan unos con más intensidad que otros. Todos son astros o cuerpos celestes.
El universo está formado por el conjunto de todos los astros que existen (estrellas, planetas, etc.) y el espacio que hay entre ellos.
Las estrellas
Las estrellas son enormes esferas de gas en cuyo interior se produce mucha energía que se emite como luz y calor.
En función de la temperatura de las estrellas, estas pueden tener distintos tamaños y diferentes colores. Por eso se habla de estrellas enanas blancas, gigantes azules o supergigantes rojas.
Las estrellas son más luminosas cuanta más cantidad de luz emite. El brillo, que es la luz que se percibe desde la Tierra, depende de su luminosidad y de su distancia a la Tierra. Cuanto más cercanas están, más brillantes las vemos.
El Sol es la estrella más cercana a la Tierra. Es de tamaño mediano, amarilla, muy luminosa y brillante.
Las constelaciones
Desde la Antigüedad, los seres humanos hemos creído ver en el cielo figuras formadas por estrellas.
Las constelaciones son grupos de estrellas que forman figuras en el cielo.
Hay muchas constelaciones distintas; por ejemplo, las zodiacales o las que representan figuras mitológicas, como la constelación de Orión.
La Tierra gira sobre sí misma; por eso, a lo largo de la noche, no se ven siempre las mismas constelaciones, algunas se van ocultando y otras van apareciendo.
Además, como la Tierra gira alrededor del Sol, tampoco se ven las mismas constelaciones en cada estación del año y son distintas a las que se observan desde el hemisferio norte y desde el hemisferio sur.
Las galaxias
Las estrellas del universo pueden encontrarse aisladas o agrupadas en galaxias.
Las galaxias son agrupaciones de millones de estrellas, planetas, nubes de gas y fragmento de roca.
Las galaxias pueden tener forma elíptica, de espiral o ser irregulares.
La Tierra y casi todos los astros que vemos en el firmamento se encuentran en una galaxia con forma de espiral llamada Vía Láctea.
Nuestro planeta está situado en uno de los brazos de esta galaxia, el brazo de Orión, bastante lejos de su centro. Debido a su color blanco intenso, los romanos llamaron a nuestra galaxia Vía Láctea, que significa "camino de leche".
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