La definición de competencia lectora ha evolucionado a lo largo de los últimos años. El concepto de aprendizaje, y en especial el de aprendizaje continuo, ha trasformado la definición de la competencia lectora y de las necesidades a las que ha de hacer frente. Antiguamente, se consideraba que la capacidad de lectura se adquiría exclusivamente en la infancia durante los primeros años de escolarización. En la actualidad, se la caracteriza como un conjunto en constante evolución, que incluyen una serie de conocimientos, habilidades y estrategias que las personas van construyendo a lo largo de los años, según las diversas situaciones que le tocan vivir, y mediante la interacción con sus compañeros y con las comunidades en las que participan.
El programa PISA (programa para la evaluación internacional de los alumnos) puesto en marcha por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) define a la competencia lectora como la capacidad de comprender, utilizar y analizar textos escritos para alcanzar los objetivos del lector, desarrollar sus conocimientos y posibilidades y participar en la sociedad.
Esa definición supera la idea tradicional que la circunscribía exclusivamente al proceso de descodificación y comprensión literal de los textos leídos. En lugar de ello, parte de la base de que la competencia lectora implica comprender informaciones escritas, utilizarlas y reflexionar sobre ellas para cumplir una gran variedad de fines.
Por tanto, la definición tiene en cuenta el papel activo e interactivo del lector que adquiere información a partir de textos escritos. También está abierta a la enorme variedad de situaciones en las que la competencia lectora puede desempeñar un papel a lo largo de toda la vida del individuo desde el entorno escolar al laboral.
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