LA EVOLUCIÓN DE LOS CONTINENTES

El origen de la Tierra sigue todavía supeditado a numerosas conjeturas, si bien la teoría más ampliamente aceptada es la de que se formó a partir de una nube solar compuesta principalmente de hidrógeno. Por efecto de la gravitación, la nube se condensó y se contrajo hasta formar numerosos planetas que giran alrededor del Sol. La gravitación empujó a los elementos más ligeros hasta la superficie de la Tierra, en donde se enfriaron para formar una costra mientras que el material interno permanecía a elevada temperatura y fundido. Las primeras rocas de la Tierra se formaron hace más de 3.500 millones de años, pero desde entonces la superficie ha experimentado alteraciones constantes. 

Hasta una época relativamente reciente se consideraba como algo de sentido común la idea de que las unidades primarias de la Tierra habían permanecido esencialmente fijas a través de las eras geológicas, aunque el concepto del movimiento de los continentes se remonta a referencia hechas en la Biblia sobre una fragmentación de la Tierra después del diluvio de Noé. La teoría de la deriva de los continentes fue desarrollada por vez primera por Antonio Snider en el año 1858, pero probablemente su más importante defensor fue Alfred Wegener, quien en 1915, publicó las pruebas geológicas, climatológicas y biológicas. Sus conclusiones son muy similares a las logradas por la investigación actual. 

El rompecabezas

Con el aumento de los conocimientos sobre la forma y estructura de la superficie terrestre, varios de los primeros geógrafos apreciaron el gran parecido existente en la forma de las costas que bordean el Atlántico. Esta extraordinaria semejanza fue la que condujo a las primeras comparaciones detalladas geológicas y estructurales. Pueden efectuarse unos acoplamientos más exactos colocando los bordes de la plataformas continentales en yuxtaposición. 

• Hace 180 millones de años la masa de la tierra originaria Pangea se dividió en dos grupos continentales principales. El grupo sur, continente de Gondwana (antigua región surasiática), comenzó a resquebrajarse, quedando aisladas India y Antártica- Australia. Entre América del Sur y África comenzó a aparecer una grieta, y en el Este, África se iba acercando al Mar de Tetis. 
• Hace 135 millones de años tanto el continente de Gondwana, como Laurasia, continuaron derivando hacia el Norte, pero el ensanchamiento de las grietas persistió en el Atlántico Norte y en Océano Índico. La grieta suratlántica continuó extendiéndose, apareciendo otra grieta perpendicular que acabaría por separar Groenlandia de América del Norte. India continuó avanzando hacia el Norte en dirección hacia Asia. 
• Hace 65 millones de años América del Sur, separada totalmente, se movió rápidamente hacia el Norte y Oeste. Madagascar se separó de África, pero hasta ahora no hay indicios sobre la grieta del Mar Rojo que separará África de la Península de Arabia. El Mar Mediterráneo ya podía identificarse. Al Sur, Australia seguía todavía unida a la Antártida. 
• Hoy día India se ha desplazado hacia el Norte y está colisionando con Asia, plegando los sedimentos para formar la montaña del plegamiento del Himalaya. América del Sur ha girado y se ha desplazado hacia el Oeste para unirse con América del Norte. Australia se ha separado de la Antártida. 

Transporte tectónico

La primitiva controversia acerca de la deriva de los continentes constituyó tan sólo un preludio de un concepto más radical: el del transporte tectónico. La teoría fundamental es que la corteza terrestre se halla compuesta de una serie de capas rígidas que "flotan" sobre una capa blanda del manto y son desplazadas por las corrientes de convección del interior de la Tierra. Dichas capas rígidas realizan un movimiento convergente y divergente a lo largo de los márgenes marcados por los terremotos, volcanes y demás actividades sísmicas. Las capas divergen en las crestas de los bancos centrales oceánicos, en donde la lava en fusión las impulsa hacia arriba, obligándoles a separarse a un ritmo de 30 mm anuales. Las capas convergentes forman una fosa en la que la capa oceánica se hunde hasta por de bajo de la roca continental, más ligera o las cordilleras, en las que chocan dos continentes. Ellos explica el hecho paradójico de que si bien siempre ha existido océanos,ninguno de los actuales contienen sedimentos de más de 150 millones de años de antigüedad.

Límites de la fosa

La explicación actualmente formulada a propósito de la "juventud" de los fondos de los océanos es la que, allí donde se unen un océano y un continente, la capa oceánica desciende hasta por debajo de la continental, de menor densidad, formando un ángulo de aproximadamente 45º, hundiéndose seguidamente la totalidad de la corteza anterior mediante corrientes de convección descendientes. En la fosa submarina este fenómeno se produce a un ritmo aproximado de 120 mm al año. 

Falla de transformación

La reciente identificación de la falla de transformación, o transversal, ha constituido uno de los factores esenciales para el estudio de los transportes tectónicos de las capas. Estos se producen cuando dos capas resbalan una sobre la otra sin separarse ni aproximarse en grado considerable, complementando el contorno de las capas reproducidas por las cordilleras y fosas, resultando demostrativo de la existencia de grandes movimientos de desprendimiento de parte de la corteza terrestre. 

Destrucción de las capas oceánicas

Al hundirse la capa oceánica hasta por debajo de la continental, algunos de los sedimentos situados en su superficie se desprenden y apilan sobre el lado de tierra. Dichos sedimentos se agrupan posteriormente, formando una cordillera de plegamiento que, por lo general, emerge en el borde del continente, como sucede con los Andes. Igualmente, si chocan dos continentes los sedimentos se aglutinan y forman nuevas montañas. 

Despliegue del fondo del mar

Durante toda la historia se han producido inversiones del campo magnético terrestre. Al emerger nuevas capas rocosas en las dorsales oceánicas se enfrían, magnetizándose en el sentido del campo magnético imperante. La cartografía de las configuraciones magnéticas de cada lado de la cresta permite observar una simétrica disposición en franjas de campos alternativos. Al conocerse las fechas de las últimas inversiones, puede calcularse el ritmo de despliegue del fondo del mar.