"La depresión puede definirse como una falta de energía psíquica. Para tratarla hay que tener en cuenta cómo obtiene esa energía la persona en su vida cotidiana,- grado de satisfacción o felicidad que extrae de la vida-, cómo es su "guión de vida",- su grado de optimismo, planes de futuro, forma de ver el mundo-, su forma de pensar y el grado de autorrealización de sus valores, además de los aspectos puramente físicos".
(Dr. Ramón Marqués)
La tristeza es un sentimiento propio de los seres humanos. El problema surge cuando este estado de ánimo se vuelve enfermizo y aparece la depresión. Conviene diferenciar en los niños un estado de tristeza de un estado depresivo. Según los expertos:
"Si un niño está sumido en una tristeza prolongada, excesivamente intensa, sin motivo aparente, si pierde el interés por el juego y por aprender, si se manifiesta constantemente aburrido o si tienen llantos prolongados, es posible que atraviese un estado depresivo. Sin embargo los estados de depresión episódicos y de corta duración son normales y no han de causar alarma".
Hasta los seis o siete años, la vivencia de pérdida, de separación, de ausencia, es crucial para el niño y está en el origen de muchas de sus depresiones. Si se siente impotente frente al sufrimiento provocado por ésta pérdida o separación, no comprendido, si no tiene capacidad para descargar su agresividad, puede sumirse en un estado de resignación sin salida.
Algunos estudios han constatado que el 25% de los pequeños en edad preescolar que ingresan en las E. Infantiles sufren algún tipo de depresión.
Acontecimientos que pueden desencadenar una depresión:
- Cambios de residencia o colegio.
- Nacimiento de un hermano.
- Muerte de un ser querido.
- Exposición a una larga enfermedad.
- Separación de los padres.
- Ambiente familiar conflictivo o muy aburrido o exigente en exceso.
- Separación de la madre, en el niño de 1 o 2 años.
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