Nuestro cerebro traduce cada impresión sensorial, todo lo que captamos del mundo exterior, como buena o mala, en función del análisis que de ella haya hecho el sistema límbico y el córtex prefrontal. El sistema límbico está compuesto por varias estructuras más o menos concéntricas situadas en el interior del cerebro. Dentro de ellas, son el hipocampo y la amígdala las que tienen el papel protagonista: el primero nos permite memorizar, y la segunda dar carga emocional a lo que memorizamos. A partir de aquí, la información neuronal surcará varias veces las diversas áreas límbicas, cargándose una y otra vez emocionalmente y corroborando nuestros sentimientos hacia lo que estamos percibiendo: nos hará reír o simplemente nos hará esbozar una leve sonrisa.
1. EN LA CORTEZA CEREBRAL
El estímulo que captamos a través de uno de nuestros sentidos pasa de la corteza al tálamo todavía en forma de estímulo nervioso.
2. EN LA AMÍGDALA
El tálamo estimula la amígdala y ésta hace lo mismo con el hipocampo, lugar donde se almacena la memoria: asociamos los buenos o malos recuerdos.
3. EN EL CÓRTEX PREFRONTAL
El estímulo sigue surcando las áreas límbicas hasta llegar al córtex prefrontal, donde racionalmente lo identificamos como algo gracioso o no.
4. EL SÉPTUM Y AMÍGDALA
En ellas el estímulo, ya calificado como bueno o mal, se cubre de emociones. Si estamos animados el estímulo nos parecerá muy positivo.
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