Todas las personas tenemos los mismos órganos en el cuerpo, los mismos huesos o los mismos músculos.
Pero también nos diferenciamos unos de otros: en nuestro sexo, en nuestra estatura, color de la piel, color del pelo, color de ojos, carácter aficiones...
Es importantes apreciar y valorar todas estas diferencias, respetando los gustos y maneras de pensar de todos.
Las personas cambiamos a lo largo de nuestra vida
Un bebé depende por completo de sus padres. Necesita que algún adulto lo alimento, lo lleve de un lado a otro y lo proteja del frío o del calor. En los primeros dos años, el bebé crece constantemente y sus progresos a la hora de hablar y manejar objetos diversos se aprecian casi a diario. Los bebés comienzan a andar durante el primer año de vida, y a hablar, a partir de los dos años.
Durante toda la infancia el niño va creciendo y adquiriendo habilidades motrices e intelectuales: aprende a saltar, lanzar y recoger una pelota, a leer y escribir, formar puzles...
Al final de la infancia, hacia los 12 años, el cuerpo empieza a sufrir una serie de transformaciones que culminan en la etapa siguiente.
La pubertad es la primera etapa de la adolescencia, que va desde los 12 a los 16 años. Es una etapa clave en el desarrollo de una persona. A lo largo de toda la adolescencia se producirán cambios en el organismo que permiten diferenciar claramente a chicos y chichas: a los chicos les cambia la voz y a las chicas les crecen las mamas. Ambos se hacen más independientes.
Las personas en edad adulta ya tienen su cuerpo perfectamente desarrollado. Pero, aunque ya se deja de crecer, el cuerpo continúa cambiando. Las personas adultas están listas para tener hijos y asumir la responsabilidad de cuidarlos y educarlos.
Aunque normalmente se asocia el aprendizaje con la infancia y la adolescencia, las personas adultas también siguen aprendiendo en esta etapa de su vida: un oficio, idiomas...
En el camino hacia la ancianidad nuestro cuerpo sigue cambiando. Va perdiendo elasticidad y algunos huesos se debilitan. El pelo, a su vez, cambia de color, generalmente hacia un tono blanquecino o grisáceo por la presencia de canas. Además, aparecen arrugas en la piel. También aumenta la experiencia a la hora de afrontar los diferentes retos que plantea la vida. Por eso siempre es muy útil escuchar consejos de quienes ya han vivido muchos años.
Te invito a que revises fotografías tuyas y de tu familia tomadas en los últimos años y veas qué ha cambiado en tu cuerpo por fuera, qué otros cambios, que no se aprecian en la foto, se han producido en tu cuerpo. Pregúntate qué sabes hacer ahora que no sabías hacer hace uno o dos años. Observa si han cambiado tus padres y abuelos y también.
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