domingo, 20 de marzo de 2016

LOS TRES GRANDES DEL 2016

1. MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA (1547 - 1616)


Hace cuatro siglos Miguel de Cervantes escribió la primera novela moderna, la más divulgada de la literatura universal. Pero, a diferencia de otros autores, que dejaron testimonio de su vida privada, la suya plantea más incógnitas que certezas. El próximo 23 de abril, se cumplirán cuatrocientos años de su muerte. Por no saber, ni siquiera se sabe la fecha exacta de su nacimiento, aunque ya se da por hecho que fue en septiembre de 1547, en Alcalá de Henares. Los pocos documentos que se conservan de Cervantes son oficiales. Aluden, en primer lugar, a su etapa como soldado de la Armada Real, con la que combatió en Lepanto y, más tarde, fue capturado por piratas berberiscos que lo tuvieron preso cinco años en Argel. También se guardan legajos de la larga década en que fue recaudador de impuestos por Andalucía. Oficio que lo llevó de nuevo a la cárcel después de que quebrara el banco donde depositó las contribuciones. 
Miguel de Cervantes, que no consiguió el propósito de ser funcionario de la Corona de América, tuvo una hija ilegítima y se casó con Catalina de Salazar, una heredera rural que lo condujo a vivir durante una temporada en Esquivias, Toledo. Después, siguió los pasos de la Corte en Valladolid y Madrid, donde se instaló en el Barrio de las Letras. Publicó, en 1605 y 1614, las dos partes de El Quijote que lo encumbraron como escritor. Pero no consiguió que triunfaran sus poemas, ni sus obras de teatro, donde reinaba Lope de Vega, con el que mantuvo fuerte rivalidad.

Miguel de Cervantes está ubicado en el tiempo en el Siglo de Oro, así se denomina al periodo cultural entre los siglos XVI y XVII, caracterizado por los contrastes de la sociedad española de la época, por la decadencia económica, por la turbulencia política y por ser una época dorada para la cultura. 

Comenzamos con la obra por excelencia, entre otras, de este autor: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

Esta obra se divide en dos partes: la primera parte fue realizada en el año 1605 y la segunda en el 1614. Desde el principio se hicieron numerosas ediciones y tuvo una gran aceptación entre los lectores, aunque fue entendida como una obra de burlas, que sólo pretendía divertir con las aventuras de un protagonista ridículo. La valoración del Quijote como una obra maestra del género novelesco arranca del siglo XVII. Desde entonces, su fama no ha dejado de crecer, de manera que todos los grandes novelistas posteriores han considerado a Cervantes como el creador de la novela moderna y el modelo de sus propias obras.

Ha sido traducida a casi todas las lenguas del mundo y ha servido de motivo temático a creadores y artistas. Es un libro claro, espontáneo, natural, lleno de aventuras y sucesos, divertido y profundo. En el año 1914 aparece en Tarragona una continuación de la novela, firmada por Alonso Fernández de Avellaneda (autor apócrifo= falso), que carece de valor literario de la de Cervantes.

La obra se organiza en torno a tres salidas, dos en la primera parte y una en la segunda. Cada una tiene estructura circular, es decir, se produce la salida, ocurre la aventura y el caballero regresa.

En la primera salida don Quijote se hace armar caballero en una venta que él transforma en castillo; libera a un muchacho que está siendo cruelmente golpeado por su amo y se enfrenta a unos mercaderes porque imagina que llevan presa a una dama. Un vecino, que lo encuentra molido a palos y delirando, lo devuelve a su pueblo.

En la segunda salida, ya acompañado de Sancho, don Quijote se enfrenta a unos molinos que imagina gigantes, es apaleado por unos arrieros y apedreado por unos pastores cuyos rebaños él cree ejércitos. Tras liberar a unos condenados a galeras, se interna en Sierra Morena para escapar de la guardia real. Allí lo encuentran el cura y el barbero de su pueblo, quienes lo traen encerrado en una jaula.

La tercera salida comienza con una visita al Toboso, donde Sancho hace pasar a una labradora por Dulcinea. Más tarde, don Quijote vence a Sansón Carrasco, paisano suyo que se disfraza de caballero, y desafía a unos leones, que lo ignoran. Unos duques, que acogen a la pareja en su palacio, le gastan todo tipo de burlas, entre ellas el nombramiento de Sancho como gobernador de una ínsula. En Barcelona Don Quijote es vencido por un caballero, bajo el que se esconde Sansón Carrasco, quien le pone como condición que vuelva a su pueblo. A poco de llegar, cae enfermo, recobra la razón y muere. 

En la primera parte hay más acción y dinamismo pero menos madurez en el relato que en la segunda. En esta parte el autor interrumpe la novela introduciendo relatos intercalados de novelas cortas (novela pastoril, novela sentimental, novela morisca) como puede ser El Cautivo o novela psicológica como El curioso impertinente. Y también un episodio picaresco, el de Los Galeotes.


Los dos protagonistas son personajes profundamente humanos, opuestos y complementarios a la vez. Don Quijote es un idealista inconsciente, que transforma la realidad para adaptar´la a sus fantasías; Sancho, un hombre de espíritu práctico, fiel a la realidad vulgar que contemplan sus ojos.
Pero a pesar de sus grandes diferencias, constituyen una pareja inseparable que comparte las aventuras con sus penosas consecuencias (el daño físico y el ridículo) y, sobre todo, las largas horas de soledad y conversación. Esta comunicación permanente hace que, poco a poco, Sancho vaya comprendiendo los ideales de su amo, y viceversa, don Quijote asuma parte del espíritu práctico de su escudero.

En resumen, hay que decir que en la primera parte, su protagonista, Don Quijote se presenta loco, libre y como un héroe contrasta con  Sancho Panza, también personaje importantísimo en la obra es el cuerdo, leal a su caballero y quiere mejorar con cada aventura. En la segunda parte, en cambio,  los personajes adquieren más riqueza en su psicología, Don Quijote con el desengaño vuelve a la cordura y a la muerte. Sancho Panza el que empieza a "quijotizarse" hasta el punto de pedir a Don Quijote que no se muera y que siga con sus ideales, que su vida sin la de Don Quijote no tiene sentido.


Los temas de esta obra son la descripción de la época (costumbres, ideologías, ambiente cultural...) en la que se produce, la descripción y contraste de los valores humanos y las conductas egoístas e innobles, lucha de los ideales del protagonista contra la dolorosa realidad, la locura enfrentada a la razón y la crítica a los libros de caballerías, presentando excesiva imaginación y mala calidad.

Aunque la primera intención de Cervantes al escribir el Quijote fuera "poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías", sus logros fueron mucho más allá. El lector ve representadas en el caballero y el escudero, en continuo conflicto, las dos vertientes de la naturaleza humana: el idealismo y el espíritu práctico, la generosidad y los intereses materiales, la fantasía y la dura realidad. Por otra parte, en el Quijote se defienden, con mentalidad moderna, principios de validez universal, como la libertad, la justicia o la solidaridad. Los continuos fracasos del héroe, viejo y ridículo, no son una manifestación de pesimismo, sino un canto de esperanza en el triunfo del individuo, frente a una sociedad carente de valores. 

El estilo: falta de uniformidad (se recogen los estilos narrativos de novela de caballerías, pastoril...); estilo sencillo y plano (con gran caudal léxico); huida de toda afectación y artificiosidad a través de las figuras retóricas (ironías, antítesis...); maestría en los diálogos que se convierten en elemento fundamental narrativo; lenguaje arcaico, coloquial, vulgar y empleo de refranes y proverbios (decoro); estilo polifónico.

Uno de los recursos literarios que solía usar Miguel de Cervantes Saavedra era la derivación que consiste en combinar palabras con la misma raíz en una oración:

  Y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza. (Miguel de Cervantes en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha)


A continuación encontrareis una parte de Don Quijote de la Mancha:

I parte

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía no hace mucho tiempo un hidalgo, de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.

Consumían las tres cuartas partes de su hacienda una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes y algún palomino de añadidura los domingos.
Frisaba la edad de nuestro hidalgo en los cincuenta años. Era de complexión recia, aunque seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza.

Este hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año), los empleaba en leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda. Se enfrascó tanto en la lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, de poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera que perdió el juicio. 

Rematado ya su juicio, le pareció conveniente y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república hacerse caballero andante, e irse por el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras, deshaciendo todo género de agravios. 

Lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que llenas de orín y moho, largos siglos hacía que estaban olvidadas en un rincón. Fue luego a ver su rocín, y aunque éste era solamente piel y huesos, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Babieca el del Cid con él se igualaban. Cuatro días se pasaron en imaginar qué nombre le pondría. Al fin lo llamó Rocinante.
Puesto el nombre, tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérselo a sí mismo. En este pensamiento duró ocho días y al cabo se llamó don Quijote de la Mancha, con que, a su parecer, declaraba muy al vivo su linaje y su patria.
Limpias, pues, sus armas; puesto el nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, porque un caballero andante sin amores era como un árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma. 
Decíase don Quijote:
- Si me encuentro por ahí con algún gigante, como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, le derribo de un encuentro y le rindo, tendrá que ponerse de rodillas ante mi soñora y decirle con voz humilde: "Yo, señora, soy el gigante Caraculiambro, señor de la isla Malindrania, a quien venció en singular batalla el jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante vuestra merced para que disponga de mí a su talante".
En un pueblo cercano había una moza labradora de muy buen parecido, de quien él anduvo un tiempo enamorado, aunque, como se entiende, ella jamás lo supo ni se dio cuenta de ello. Se llamaba Aldonza Lorenzo, y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase a princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, nombre, a su parecer, músico y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.

Cómo se armó Caballero, Don Quijote

Sin dar parte de su intención a persona alguna y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante y, con gran contento y alborozo, dio comienzo a su aventura.
Mas, apenas se vio en el campo, le asaltó un pensamiento terrible: no estaba armado caballero, y conforme a la ley de caballería, ni podía ni debía tomar armas con ningún caballero. Estos pensamientos le hicieron titubear en su propósito; mas, pudiendo más su locura que otra razón alguna, se propuso hacerse armar caballero con el primero que topase.
Anduvo todo el día, y, al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre. Mirando a todas partes por ver si descubría algún castillo o alguna majada de pastores donde recogerse y calmar su hambre, vio, no lejos del camino, una posada. Se dio prisa en caminar y llegó a ella a tiempo que anochecía.
La posada le pareció un castillo con sus cuatro torres, con puente levadizo y hondo foso.
Fue llegando a la venta que a él le parecía castillo, y a poco trecho de ella detuvo las riendas de Rocinante, esperando que algún enano se pusiese entre las almenas a dar señal con alguna trompeta de que llegaba un caballero al castillo. Pero como tardaban y Rocinante se daba prisa por llegar a la caballeriza, se llegó a la puerta de la posada y vio a dos mozas, que a él le parecieron dos hermosas damas que delante de castillo se estaban solazando.

La aventura de los molinos de viento

Don Quijote estuvo quince días en casa muy sosegado, sin dar muestras de querer repetir sus primeros desvaríos.
En ese tiempo solicitó a un vecino suyo, labrador, hombre de bien, pero de muy poca sal en la mollera. Tanto le dijo, persuadió y prometió, que el pobre villano tomó la determinación de salirse con él y servirle de escudero.
Entre otras cosas le decía don Quijote que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podría suceder aventura, que ganase, en un quítame allá esas pajas, alguna ínsula donde le dejasen a él Gobernador. Con esta promesa y otras, Sancho Panza, que así se llamaba el labrador, dejó su mujer e hijos y se convirtió en escudero de su vecino.
Don Quijote se puso a buscar dinero y vendiendo una cosa y empeñando otra, y malbaratándolas todas, reunió una razonable cantidad. Luego avisó a Sancho Panza el día y hora que pensaba ponerse en camino, para que él llevase lo que viera necesario; sobre todo le recomendó que llevase alforjas. El dijo que sí y que asimismo pensaba llevar un asno que tenía muy bueno, que él no estaba acostumbrado a andar mucho a pie.
Sin despedirse Sancho Panza de su mujer e hijos, ni don Quijote de su ama y sobrina, una noche se salieron del pueblo sin que nadie los viese; habiendo caminado tanto, que al amanecer se tuvieron por seguros de que nadie los hallaría.
Iban conversando don Quijote y Sancho, cuando vieron treinta o cuarenta molinos de viento que había en aquel campo. Así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
- La suerte va guiando nuestros pasos mejor de lo que deseáramos. ¿Ves allí, amigo Sancho Panza, treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quienes pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas?
- ¿Qué gigantes? - digo Sancho.
- Aquellos que allí ves - respondió su amo-. Algunos tienen los brazos largos, de casi dos leguas.
- Mire vuesa merced -observó Sancho- que aquellos que allí se ven no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas al viento, hacen andar la piedra del molino.
- Bien se ve que no entiendes de aventuras. Ellos son gigantes, y si tienen miedo, quítate de ahí y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a Rocinante, sin atender a las voces que su escudero le daba. Pero tan convencido estaba don Quijote de que eran gigantes, que no echaba de ver lo que eran aunque estaba ya bien cerca. Antes bien iba diciendo en voz alta: 
- ¡No huyáis, cobardes y viles criaturas; que un solo caballero es el que os acomete!
Se levantó en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
- Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Y diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo galope y embistió al primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tal furia, que hizo pedazos la lanza, llevándose tras de sí al caballo y al caballero, y fue rodando maltrecho por el campo. Sancho acudió a socorrerle, a todo correr de su asno, y cuando llegó, su amo no podía moverse.
-¡Válgame Dios! - dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuesa merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
- Calla, amigo Sancho - respondió don Quijote-; que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza. Y cuando más lo pienso más seguro estoy de que ha sido el mago Frestón quien ha convertido estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su vencimiento. Pero poco podrán sus malas artes contra la bondad de mi espada. 
Y ayudado por Sancho, volvió a montar en Rocinante.
Aquella noche la pasaron entre unos árboles, y de uno de ellos desgajó don Quijote una rama seca que casi le podía servir de lanza, y puso en ella el hierro que quitó de la que se le había roto.
Toda la noche no durmió don Quijote, pensando en su señora Dulcinea. No la pasó así Sancho, que como tenía el estómago lleno, de un sueño se la pasó toda.


Don Quijote piensa hacerse pastor

Querría, ¡oh Sancho!, que nos convirtiésemos en pastores, siquiera el tiempo que tengo de estar recogido. Yo compraré algunas ovejas, y todas las demás cosas que al pastoral ejercicio son necesarias, y llamándome yo el pastor Quijótiz, y tú el pastor Pancino, nos iremos por los prados, cantando aquí, endechando allí, bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes, o ya de los limpios arroyuelos, o de los caudalosos ríos. Daránnos con abundantísima mano de su dulcísimo fruto las encinas, asiento los troncos de los durísimos alcornoques, sombra los sauces, olor las roas, alfombras de mil colores matizadas los extendidos prados, aliento el aire claro y puro, luz la luna y las estrellas, a pesar de la oscuridad de la noche; gusto el canto, alegría el lloro; Apolo versos, el amor conceptos, con que podremos hacernos eternos y famosos, no sólo en los presentes, sino en los venideros siglos.
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Otra conocida obra de Miguel de Cervantes son las Novelas ejemplares: Doce novelas cortas que Cervantes publica en 1613 que siguen el modelo italiano de la época.

Se suelen agrupar en dos series:

- Novelas de carácter idealista: más parecidas a las italianas, tratan argumentos de enredos amorosos con personajes idealizados y sin evolución en la obra. Ejemplos son: El amante liberal y La española inglesa. 

- Novelas de carácter realista: En estas novelas el amor es menos importante, se realizan descripciones realistas con intención crítica. Ejemplo son: Rinconete y Cortadillo, El licenciado Vidriera y El coloquio de los perros. 

Además este autor escribió muchos entremeses que son obras breves de carácter cómico que se representaba en los entreactos de las representaciones de obras largas en el siglo de Oro (Siglo XVII).

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