miércoles, 27 de enero de 2016

LITERATURA. LA FÁBULA

El burro flautista

Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.

Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.

Una flauta en ellos 
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.

Acercose a olerla 
el dicho animal, 
y dio un resoplido 
por casualidad.

En la flauta el aire 
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.

-¡Oh!- dijo el borrico-.
¡Qué bien sé tocar!
¡Y dirán que es mala
la música asnal!

Sin reglas del arte, 
borriquitos hay,
que una vez aciertan 
por casualidad.

TOMÁS DE IRIARTE


Las fábulas son composiciones breves, generalmente escritas en verso, que nos aconsejan sobre cómo debemos comportarnos. Los protagonistas son animales que actúan como si fueran seres humanos. La moraleja es la enseñanza que se puede extraer de la historia. 

Los dos fabulistas españoles más conocidos son Iriarte y Samaniego.

TOMÁS DE IRIARTE



Nació el 18 de septiembre de 1750 en Puerto de la Cruz, Tenerife (España). 
A los catorce años de edad se trasladó a Madrid, en donde dio inicio a su actividad literaria traduciendo a autores como Voltaire u Horacio. 
Hombre ilustrado de extensa cultura, Iriarte fue director del periódico "Mercurio Histórico Político", archivero del Consejo de Guerra y traductor del Consejo de Estado. Fue un asiduo participante en los círculos literarios madrileños, manteniendo diversas disputas con otros intelectuales de le época, entre ellos otros destacado fabulista español, Félix María Samaniego.
Además, su conocida faceta como fabulista, influenciado por Jean de La Fontaine en el libro "Fabulas Literarias" (1782), Iriarte escribió textos poéticos como "La Música" (1779) y obras de teatro como "El Don De Gentes" (1780), "El Señorito Mimado" (1787) o "La Señorita Malcriada" (1788).
Murió en Madrid el 17 de septiembre de 1791. Tenía 40 años. 

FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO


Félix María de Samaniego (1745- 1801) nació en Laguardia (Álava, España). Escribió sus "fábulas morales" expresamente para agradar e instruir a los niños. Para hacerlas comprensibles utilizó un estilo sencillo, adaptado a la mentalidad infantil.
"La lechera", "La zorra y las uvas", "El zagal y las ovejas", "La gallina de los huevos de oro" y "Las moscas" son algunas de sus más conocidas fábulas. 
Todas las fábulas terminan con una moraleja en la que Samaniego pretende transmitir un mensaje didáctico a modo de enseñanza. 

EL LEÓN Y EL RATÓN

Estaba un ratoncillo aprisionado
en las garras de un león; el desdichado
en la tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al león, que en su retiro descansaba.
Pide perdón, llorando su insolencia.
Al oír implorar la real clemencia,
responde el rey en majestuoso tono
(no dijera más Tito): "¡Te perdono!"
Poco después cazando el león, tropieza
en una red oculta en la maleta.
Quiere salir; mas queda prisionero.
Atronando la selva ruge fiero.
El libre ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega, roe diligente
los nudos de la red, de tal manera,
que al fin rompió los grillos de la fiera.

Conviene al poderoso
para los infelices ser piadoso;
tal vez se puede ver necesitado
del auxilio de aquel más desdichado.

FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO


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